Hace un par de semanas la
Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas llevó a cabo su magna
entrega de premios, en la que Alfonso Cuarón se levantó como máximo ganador con
un total de 7 estatuillas para su película “Gravity”, incluyendo la de Mejor
Director, mientras que Emmanuel “El Chivo” Lubezky se llevó la presea a Mejor
Fotografía por su trabajo en la misma cinta y por si fuera poco, la
autonombrada “méxicokeniana”, Lupita Nyong’o, fue galardonada con el Oscar a
Mejor Actriz de Reparto.
La reacción no se hizo esperar
en nuestro país, los medios levantaron un gran revuelo y la gente se volvió
loca por el triunfo de los mexicanos en un bastión estadounidense, si lo
pensamos es una reacción bastante natural en una realidad como la nuestra, pero
siendo sinceros, “Gravity” no es una gran película, técnicamente es impecable,
es innovadora y tiene buenas actuaciones pero le falta corazón. Además, esos
reconocimientos nada tienen que ver con México o con el cine que se hace aquí;
Cuarón, Lubezky y Nyong’oforjaron sus carreras en otros países, trabajan para
empresas internacionales y están financiados por capital extranjero, con
esto no quiero decir que sean más o menos mexicanos, solo apuntó a que sus
triunfos no son los triunfos de México, son el reconocimiento a su esfuerzo y a
su perseverancia, misma que los llevó a buscar lugares propicios para crecer
como artistas.
Todo esto me lleva a pensar en
los muchos realizadores nacionales que vivieron, trabajaron y murieron sin que
les hicieran ningún reconocimiento de tal magnitud, o de cualquier magnitud,
pero que se mantuvieron en su lugar a pesar de todo y que siguieron sus sueños
en un país en el que se solía alimentar a los dioses con sangre, pero que con
trabajo demostraron que el talento y el arte puede florecer en esta tierra.
Uno de ellos fue Carlos Enrique
Taboada Walker, guionista y director que a lo largo de los años ha sido
menospreciado por la crítica “especializada” debido a que su trabajo se
desarrolló en el campo del cine de terror y del suspenso, por lo que ha sido
catalogado como “poco serio” según los estándares de los “conocedores”.
Sin embargo, Taboada, fue un
realizador carismático y vanguardista, capaz de crear obras que a la fecha
siguen aterrorizando y encantando a nuevas generaciones por su estilo único en
el que lo oculto, lo macabro y lo femenino van de la mano para crear historias
en las que se borra la línea entre el bien y el mal, en las que el espectador
se ve seducido por el fantasma atormentado, el gato negro, la estatua siniestra
o por la inocencia de las brujas.
Por cuestión de espacio, en
esta ocasión no ahondaré en la totalidad de su filmografía que abarca más de 80
trabajos para cine y televisión, sólo me centraré en su famosa tetralogía:
Hasta el viento tiene miedo (1968), El Libro de piedra (1968), Más negro que la
noche (1975) y Veneno para las hadas (1984).
Estas historias a primera vista
parecen muy simples, pero se desdoblan gracias a la pericia del director hasta
alcanzar niveles únicos de aprehensión gracias al manejo prodigioso e
inteligente del suspenso a través del ritmo característico de Taboada, en sus
historias nada es lo que parece y las mujeres dictan las reglas, pero sobre
todo, la sentencia en una dinámica que nos lleva a cuestionar los límites de lo
real.
Este ciclo inicia con “Hasta el
viento tiene miedo” en 1968 y es un parteaguas debido no solo a la simpleza de
su historia, que apela a los miedos primarios del espectador, sino a su
producción, al unir estas dos piezas el director creó un producto único que ha
sobrevivido al paso del tiempo y aun sorprende a muchos espectadores; en esta
cinta se definen elementos fundamentales de la tetralogía, como las atmosferas
elegantes que poco a poco se transforman en tétricas, las referencias
implícitas a la psicología, pero mucho más importante, la rebeldía y la
juventud de los personajes femeninos ante un entorno opresivo que no se limita
al aspecto social, también representan una lucha contra lo racional porque su
en su naturaleza está el ver más allá de ello.
Ese mismo año se estrena “El
libro de piedra”, historia en la que la inocencia se muestra como un portal
para ver y comprender realidades que los adultos no pueden; en esta película
Taboada incluye personajes masculinos que tienen cierto peso en la historia
pero aún permanece la actitud rebelde de las mujeres, que se ve reflejada en la
relación de la pequeña Silvia con su papá y con el resto de los adultos, ellos
representan ese mundo racional en el que ella no se siente a gusto.
Después de unos años de
permanecer alejado del cine de terror, el director regresa con “Más negro que
la noche”, que nos presenta la venganza del fantasma de una vieja sobre un
grupo de jovencitas que incumplen su último deseo: cuidar a su gato negro,
Bécquer. Detrás de esta historia, simple en el papel pero aterradora en la
pantalla, se encuentra un trasfondo en el que las nuevas generaciones se
enfrentan a las anteriores en la constante búsqueda de individualidad, una vez
más, nos demuestra que para él, la mujer representa la vida, la muerte y la
lucha entre ambas.
La pieza final de esta
tetralogía es “Veneno para las hadas” que vio la luz en 1984, en ella Taboada
consolidó todos los elementos de su universo fílmico en una historia macabra en
la que dos niñas se enfrentan a un mundo que apenas comprenden, a una le es
indiferente pero la otra lucha con todo su ser para escapar de él, por lo que
se asume como una brujacapaz de modificar su entorno, pero en ese camino, se
convierte en una figura autoritaria que se parece más a un adulto con sus
reglas y procedimientos mientras que para la primera todo sigue siendo un juego
por lo que es capaz hasta de matar. Una verdadera obra de arte, que aun
impresiona a quien la ve por primera vez.
A lo largo de su carrera
Taboada rompió patrones, no le importó si alguien lo reconocía o no, hizo el
cine que a él le gustaba y como a él le gustaba, esa actitud desenfadada se
reflejaba en la pantalla, quizá en la actualidad lo que le hace falta al cine
mexicano es tomar esa actitud, dejar de pensar en los premios, en los grandes
festivales y en el reconocimiento de los expertos para empezar a hacer cosas
que disfruten en su país, antes de pensar en ir a volverse ricos y famosos en
otros.
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