Por Walter González Alvarez
En el país y la región,
existen mercados ilegales para los teléfonos celulares sustraídos y diversas
vías para volver a activarlos. Esto mantiene a estos equipos a la cabeza de los
diversos tipos de bienes que se hurtan en el país, por encima del dinero y las
joyas. Una investigación especial incluida en la edición de octubre del año
pasado, contrasta que, mientras el robo a personas tuvo una ligera reducción
entre enero y agosto del 2013, en el mismo lapso se incrementó el índice de
robo de teléfonos celulares.
También la
Superintendencia de Telecomunicaciones resalta la gravedad de la situación. Su
titular, Fabián Jaramillo Palacios, dice que en el país se roban 1.000 aparatos
por día. En cambio, sostiene que hay un descenso del 70 % en comparación con el
2012, cuando el promedio era de 2.400 teléfonos hurtados.
Ambas entidades
coinciden en resaltar acciones y políticas que de manera individual o en
conjunto con otras dependencias del Gobierno han tomado para enfrentar el
problema. Algunas técnicas como el empadronamiento de equipos y bloqueo de los
robados; otras policiales como operativos en las "cachinerías" contra
la venta de móviles sin sustento legal de propiedad o de importación.
Con
todo, el Ministerio de Coordinación de Seguridad reconoce que el delito
persiste. Lo atribuye a que se produjo una restricción del comercio ilícito
tras las medidas tomadas y por ello la delincuencia buscó otras plazas en el
exterior. En efecto, el negocio ilícito de móviles robados ha convertido a los
países de América Latina en mercados conectados.
Así
lo ratifica un informe del Observatorio Hemisférico de Seguridad de la
Organización de Estados Americanos (OEA), citado por la agencia EFE. Según el
estudio, las bandas delictivas alteran los equipos robados para luego comercializarlos,
aunque las mayores ganancias las obtienen con la venta de dispositivos en los
mercados ilegales de otros países. Así, si antes existía la versión popular en
Guayaquil de que un teléfono robado podía ser hallado en algún local de la
Bahía, ahora es más probable que lo lleven a un país vecino.
Y
viceversa, también es posible hallar en mercados ilegales de Ecuador, equipos
robados en otros países donde hay iguales índices de este delito. Una encuesta
regional de la empresa eslovena de seguridad ISET, señalaba que el 58 % de los
usuarios de celulares de América Latina, fue víctima de robo. La encuesta es
del 2013. Y si en 2012 se robaban en Ecuador 2.400 celulares diarios, en Brasil
se robaron cerca de un millón en un año;
Y
no siempre es un simple robo: en Guayaquil y el resto del país se han dado
casos de personas heridas o asesinadas por no dejarse robar el celular. Todo
esto se complementa con el tráfico ilegal. La policía de Colombia calcula que
una sola estructura delictiva puede sacar de ese país hasta 500 teléfonos
mensuales. De allí que el Ministerio de Coordinación de Seguridad pide asumir
primero que este problema no es solo responsabilidad del Estado, sino también
de otros actores como las operadoras telefónicas, las empresas privadas y la
ciudadanía. Además, reforzar la coordinación entre entidades vinculadas a la
seguridad, con el fin de que estas sean más efectivas en la prevención y el
control.
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